- Por haber sido sembradas fuera de la época apropiada. Es de suma importancia sembrarlas a la temperatura que les corresponde. Cuando más calurosa sea la época, más rapidamente se desarrollarán las plantas, de modo que se recuperará con creces lo que hubiera podido adelantarse dudosamente sembrado con anticipación.
- Por haber sido sembradas a demasiado profundidad. Toda semilla ha de cubrirse únicamente con un grueso de tierra doble de su volumen o, en tiempo de mucho calor, con una capa de 7 a 8 veces su tamaño, para que así quede en mejor contacto con la humedad de la tierra, ya que la humedad superficial se evapora muy rápidamente con el calor. Como todo ser viviente, las semillas necesitan aire para poder vivir, y aun en ele caso deque llegasen a germinar estando sembradas a mucha hondura,el germen no tendría fuerza suficiente para atravesar toda la capa de tierra, muy superior a su propio tamaño.
- Por falta de humedad necesaria. Es indispensable mantener una humedad constante desde el momento de la siembra hasta que nazcan las plantas, pues la germinación se efectúa sólo bajo la influencia de la temperatura adecuada y de la humedad que penetra en la semilla reblandeciéndola y facilitando así el crecimiento de las raíces. Si las semillas quedaran un solo momento secas, por mucho que después se regara ya no podría recuperarse lo perdido.